CIENCIAS SAGRADAS Un atisbo a la vida trascendente

Como es sabido en el ambiente esotérico, las Ciencias Sagradas se promueven desde la Agharta, que se presupone como la comunidad de sabios y sabias que guían el bienestar del planeta, tanto material como espiritualmente. Estas ciencias sagradas se estudian en las cuatro dimensiones siguientes:

  • Fisiogonía, que se conoce como la ciencia natural de la tierra, y dentro de la cual podemos encontrar la alquimia, la geometría sagrada, la numerología, la cabalá o el tarot; se aprende que ser rico es tener muchas cosas materiales y que ser sabio es aprender a no necesitarlas.
  • Androgonía, se percibe como la materialización espontánea del pensamiento que han producido seres humanos de carne y huesos, en la que podemos encontrar la filosofía, la psicología, el sistema Yoga, la alquimia, la kabbalah y el arte, en sus variadas manifestaciones (poesía, literatura, música, danza, artes plásticas, teatro y arquitectura).
  • Cosmogonía, se estudia como la manifestación universal desde las constelaciones y otros elementos del cosmos que nos rodean, en la que podemos encontrar la mitología, el simbolismo y la cosmobiología, nombre con que el Maestre Serge Raynaud (Iniciado francés) propone rescatar esta ciencia del desprestigio de la astrología.
  • Teogonía, se refiere a la ciencia del conocimiento y/o la intuición de lo supremo, de lo sacro, de lo sagrado, de lo divino y eterno en nuestro Ser interior y en el Universo, donde podemos encontrar el simbolismo, la metafísica, la Qabbalah, la teúrgia, la teología, la historia sagrada o la ciencia auténtica.

Estas ciencias están enmarcadas en una tradición hermética, que se resguarda a sí misma porque la psicología del tiempo reciente pasado, de acuerdo al zeigeist de piscis, no permitía que estos conocimientos salieran a la luz con libertad y sin censura, sino hasta ahora, en los albores de un nuevo tiempo conocido como Era de Aquarius, un período de inclusión, de compartir, de hermandad, de saber, de igualdad, de equidad, de ciencia y tecnología y de formar una verdadera comunidad humana, donde el vecindario será el sistema solar y nuestro planeta tierra será nuestra casa, nuestro hogar, al cual todavía no lo vemos como tal, ni unido a nuestra esencia.

En este tiempo, cuando desde el año 2020 el eje de nuestro planeta, en un movimiento lento aparente conocido en cosmobiología como “precesión de los equinoccios”, está completando el primero de 30 grados de arco, que dura 72 años en recorrer cada uno y como, según cálculos, la primera de las estrellas de la constelación del Aguador fue tocada en 1948, entonces, para dicho año 2020, en el mes de marzo, se están completando esos primeros 72 años de los aproximadamente 2,300 años que está previsto que dure la época Aquariana. Es decir, estamos en los inicios de este nuevo ciclo estelar, tan esperado por muchas culturas como la Hindú con su Satya-Yuga o edad de oro, o el quinto Sol de los Aztecas o la cuenta larga de los Mayas.

Curiosamente, este primer grado entra con posiciones planetarias sumamente fuertes, como son saturno, plutón y júpiter en la constelación del macho cabrío, en el signo de capricornio y marte en la del carnero, signo de aries, relación que suele ser demandante de justicia, pago de consecuencias y dureza en caso de incumplimiento por las acciones ejercidas. Es así como la humanidad enfrentó a un COVID 19, casi sin armas espirituales ni de respeto a la naturaleza para lograr un equilibrio. Nos encontró sin consciencia, ignorando lo básico y se pagó el precio.

No contamos con hábitos de autocuidado. El combustible de nuestras células que son el oxígeno, el agua y los alimentos naturales, están alterados, contaminados o prostituidos por nuestras decisiones humanas, creyentes de lo artificial. Con un estilo de vida que más bien parece de muerte, comiendo a los animales, sin solidaridad entre nosotros, ni para consigo mismos. Nos encuentra un karma que nos hace ver de frente nuestra ignorancia. no porque los planetas sean la causa, sino porque no contamos con educación para leer el mensaje del cosmos, que nos invita a estudiar las relaciones entre la vida terrestre y la vida celeste, para respetar un orden universal.

Es como tener una deuda y si se paga, no hubiera problema. En nuestro caso no estamos correspondiendo y el cobro llegó implacable. Como no se contó con educación en salud, disciplina en alimentación y ejercicio, que es bondad consigo mismos, con un compartir con los demás, con una economía justamente repartida, que no provoque el sufrimiento de la mayoría del prójimo, entonces, nos encontró sin recursos para un enfrentamiento digno del devenir de la vida, siempre en movimiento. No contamos con una visión trascendente y de altura, a la que tenemos derecho. Es entonces que tenemos enfrente la oportunidad de cambio, de otra educación más humanista y así poder visualizar un horizonte de solución digna y al alcance de quién esté preparado y quiera.

Entonces ahora, vamos a explorar cómo las ciencias sagradas son sencillas y fáciles de aplicar, como posibles vías de autorrealización para pasar las pruebas inmisericordes que aparecen a diario. Retomemos que la alquimia se ubica dentro de las ciencias sagradas, que son la fisiogonía y la androgonía, La primera como la manifestación de lo material y la segunda se refiere al ser humano y su presencia en el universo. Luego, cuando revisamos lo que es la alquimia, encontramos que se trata de un conocimiento antiguo que era conocido como el arte de las transmutaciones, como antecesora de la química y su combinación de elementos, para lograr aquel anhelado objetivo de “convertir el plomo en oro”. Entonces, podríamos hacer la analogía, de que también el ser humano puede convertir su inconsciencia en consciencia, a través de un proceso alquímico que muestran las ciencias sagradas.

Luego entonces, su propósito en la androgonía, es la transmutación interior del ser humano, del hombre y la mujer, con sus diferencias biológicas, emocionales y mentales, que al hacer un cambio en sí mismos, pueden lograr una transformación personal, una autorrealización y de este modo, contar con salud y voluntad para impactar en un beneficio interior, con una armonía entre los chakras, desde al básico muladhara hasta el mágico sahasrara. Y también hasta el exterior, el de su entorno personal, su hogar, la sociedad y su planeta, en una cosmovisión micro y macro universal.

Así, para lograr esa alquimia, se requiere de un método, que también le podemos llamar una tecnología humana, una vía, no la única, aunque sí una de las más completas, y se trata, del sistema Yoga. Hace aproximadamente seis mil años, un hindú llamado Patanjali lo sistematizó y a él le debemos la organización tan adecuada con que ahora podemos realizar esta práctica. Por esa antigüedad parece que se originó en la India, aunque no es así. La Yoga es patrimonio cultural humano y la tradición oral dice que nació con el primer ser humano sobre la tierra. Existen vestigios de su práctica en la zona de Mesoamérica, en Norte y Sudamérica, en Asia, en la Mesopotamia, en Australia, en África en Islas Canarias y en Europa. Le pertenece a la humanidad.

Comenzar a practicarla es accesible y al alcance de la mano, pues existen institutos de Yoga por todo el mundo, así como, se cuentan con las clases virtuales que actualmente facilitan la tecnología, aunque se recomienda que sea orientada por un-a Guru o Maestr@. Lo primero que es necesario saber sobre Yoga es que es para todo el mundo que tenga un cuerpo humano y voluntad de comenzar a realizar un trabajo en sí mismo. Para iniciar, no hay requisitos de edad, sexo, peso, estilo de alimentación, tipo de cuerpo o si está completo o con alguna discapacidad, ni de ningún hábito en especial. Es la entrada a las ciencias sagradas que se viven y no solo se platican.

Solamente se hace una evaluación sobre salud al principio, pues habrá movimientos y asanas que sean más adecuadas, según el caso y para evitar riesgos en personas que tengan algún diagnóstico. El primer tema a estudiar de la Yoga es su Ashtanga (ashta significa ocho) que son los ocho elementos que se recomienda comenzar a probar en sí mismos, como son:

  1. YAMA o cuidado de lo que se come, se bebe o se inhala; el sistema yoga hace un llamado a respetar al reino animal, pues no es necesario comerlo, también consideración al sistema nervioso que no requiere ninguna sustancia como el alcohol, el café, el tabaco y ninguna otra sustancia conocida como drogas, que más agreden que nos benefician.
  2. NIYAMA, relaciones sanas con los demás y el entorno, en las simpatías acercarse, en las antipatías alejarse, cada individuo requiere vivir y convivir con los de sus mundos.
  3. ASANAS, observar posturas del cuerpo y de la mente ante la vida, porque por la flexibilidad y la tracción fluye la energía.
  4. PRANAYAMA el oxígeno es el primer alimento de las células y el cerebro, antes que la comida y el agua, entonces se aprenden técnicas de respiración para saber mejor fluir y ayunar, sin cansancio.
  5. PRATYAHARA control emocional sin represión, aplicando inteligencia emocional, sabiendo que las emociones forman parte de los procesos superiores del cerebro humano y,

SAMYAMA que así se conocen a los tres últimos elementos de la Ashtanga:

  1. DHARANA, capacidad de concentración, de enfoque, de mantenerse en el objetivo que interesa,
  2. DIANA meditación o identificación del Ser con todo lo que nos rodea, en un “yo soy tú …” y
  3. SAMADHI la iluminación, los insigths, el darse cuenta, la experiencia de la luz del conocimiento y la sabiduría.

Entonces cordialmente invitados a iniciar o continuar con esta práctica y con todas las que hagan mover a nuestro cuerpo físico, que equilibre el emocional y aclare y ayude a concentrar la mente.

Sat Arhat María de los Ángeles Félix Noriega